El estrés laboral es algo que en mayor o medida impacta a quienes colaboran dentro de las organizaciones. De acuerdo a investigadores de la Escuela de Negocios de Harvard, el estrés laboral en los Estados Unidos podría costar entre 125 y 190 billones de dólares anuales, cifra que podría representar entre el 5 y el 8 del gasto nacional en cuidado de la salud.  En México, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, el 75% de los trabajadores sufren de estrés laboral, lo cual sitúa a nuestro país en primer lugar, seguido de China y Estados Unidos.  De tal manera que hablar sobre estrés en las organizaciones, no debería subestimarse entre quienes dirigen éstas.

 

México ocupa el primer lugar a nivel mundial en estrés laboral, seguido de China y Estados Unidos

 

Sobre el estrés se dicen muchas cosas: que si es bueno, que si actúa como un motivador, que sólo si experimentamos esa presión podemos funcionar y ser productivos, etc. A continuación te presentamos algunos de los mitos y creencias sobre el estrés laboral, que más allá de ayudarnos a manejar el estrés en forma positiva, pueden representar un obstáculo:

 

  • “Aquí no hay estrés”. Algunos directivos y responsables de la gestión dentro de las organizaciones afirman esto, debido a que para ellos, el estrés tiene una connotación negativa, por lo que prefieren negar la existencia del mismo, incluso pese a la evidencia, y con ello minimizar el impacto que tiene dentro de su organización.

 

  • “Está de moda hablar del estrés”. Mas allá de una moda o tendencia, hoy día sabemos mucho más sobre el estrés. En la actualidad, sabemos por ejemplo, que el estrés que experimentamos las personas no necesariamente se relaciona con un tigre atacándonos, como sucedía con nuestros antepasados, sino con factores psico-sociales, es decir con lo que pensamos y como producto de nuestra relación con otras personas. Asimismo, sabemos también con mayor claridad cuales son los factores dentro de las organizaciones que pueden contribuir a que éste se incremente.

 

  • “Si tiene estrés es porque debe ser alguien importante”. Con frecuencia, tener la agenda a tope parece un símbolo de “estatus” y no de falta de organización y balance. Tener balance en nuestras vidas, así como saber priorizar y delegar, resultan dos de las cualidades de un buen líder dentro de la organización.

 

  • “Si sufre estrés, es porque es débil, porque no sabe manejar los problemas”. Esta es la otra cara de la moneda, pues así como en el caso anterior, se suele juzgar a la ligera, a aquellas personas que manifiestan síntomas de estrés. Y aunque ciertamente algunas personas por características de personalidad, experiencias tempranas, situaciones de vida, etc. pueden ser más propensas a padecer estrés, no olvidemos que dicha respuesta forma parte de nuestro repertorio y que todos en algún momento, en mayor o medida, podemos experimentarlo.

 

  • “Yo trabajo mejor bajo presión”. Esta falsa creencia que con frecuencia es expresada por la persona misma, manifiesta la tendencia de ésta a dejar las cosas para el último momento, así como el aburrimiento que puede experimentar cuando su actividad no le representa un reto personal o profesional. Y aunque en ocasiones la presión puede convertirse en un estímulo, el acostumbrarnos a responder de esta manera a las responsabilidades diarias puede convertirse en un hábito poco saludable que afecte nuestra salud y funcionamiento en el mediano y largo plazo.

 

  •  “El estrés es una respuesta del individuo, la organización nada tiene que ver con eso”. Esta resulta una verdad a medias, pues si bien el estrés es una respuesta individual, existen ciertos factores organizacionales que contribuyen a provocar dicha respuesta en la mayor parte de los individuos: los malos jefes, el mal ambiente laboral, las cargas de trabajo excesivas, la falta de control sobre los resultados, son entre otros, factores que deben ser revisados por quienes dirigen las organizaciones.

 

  • “Si tenemos una iniciativa de manejo de estrés, ello implicaría que somos una organización estresante, llamémosla de otra forma”. En este caso, pese a reconocer la necesidad y contar con la voluntad de gestionar el estrés, los responsables de esta iniciativa temen llamarla por su nombre. El estrés resulta ser una “mala palabra”, algo que como señalamos en los puntos anteriores, tiene una connotación con frecuencia negativa.

 

Por el contrario, las empresas responsables y que se ocupan del bienestar de sus colaboradores identifican el estrés en forma oportuna y generan iniciativas orientadas tanto a mejorar las causas organizacionales de estrés, como de proveer a sus colaboradores recursos y herramientas para manejarlo en forma positiva.

 

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